Puerto Gardella, el paseo turístico creado para hacer campaña que nunca tuvo conexión con la ciudad

El 22 de diciembre de 2019 veía la luz Puerto Gardella, el último paseo turístico de peso inaugurado en Necochea, que fue una de las obras que Arturo Rojas promovió desde su rol de Presidente del Consorcio de Gestión del Puerto Quequén para apuntalar su campaña a intendente en las elecciones de ese año.

Para hacer memoria, Arturo Rojas asumió como presidente del CGPQ en 2016, gracias a unl trabajo de su mentor  político, Gerónimo “Momo” Venegas, en ese entonces aliado del macrismo. 

"Momo” Venegas, sindicalista preferido del entonces presidente, Mauricio Macri, ubicó a Rojas en un puesto de lujo desde donde Rojas peleó por la intendencia de 2019. Y es que dispuso de fondos ilimitados para su campaña y construyó una imagen de dirigente que "planea y hace" desde el bando opositor.

El programa “Puerto Ciudad” -heredado de la gestión de Mario Goicoechea- que pretendía integrar la estación marítima a la ciudad, le sirvió para armar una agenda de anuncios y pequeñas obras durante todo el tiempo que estuvo al frente del Consorcio. Sin moderación alguna, el actual intendente llegó a prometer hasta la reconstrucción del Puente Ezcurra, anuncio y promesa que fue enterrada ni bien se impuso en las elecciones.

La construcción de los miradores en los márgenes costeros de Necochea y Quequén, el financiamiento de todo evento que se realizó en esos años y la realización de una fiesta aniversario de la ciudad, paralela a la oficial, fueron algunos episodios que lo pusieron al dirigente momista en el lugar que ocupa hoy.

Uno de los proyectos más ambiciosos presentados en ese frenesí electoral, fue el emplazamiento de Puerto Gardella en el sector adyacente a la Escollera Sur. Junto con José “Cholo” Servat, uno de sus empresarios favoritos, encararon la obra con el objetivo de mostrar gestión ejecutiva de una manera que fuera inevitablemente percibida por el electorado.

El “master plan”, presentado en 2018, preveía un sector recreativo, turístico y deportivo que “mejoraría la eficiencia operativa, la seguridad náutica y aportará un espacio de alto impacto social a la ciudad”. En entrevistas concedidas por Rojas, en aquellos años, señalaba que se había inspirado en los paseos portuarios de Barcelona y Valencia, que cuentan hasta con hoteles 5 estrellas y shoppings al aire libre. El entonces Presidente del Consorcio no ahorraba en pompa.

“Va a ser un salto de calidad en beneficio de los vecinos, de nuestros jóvenes y de las generaciones futuras. Generaremos un ámbito para que la ciudadanía y el puerto interactúen de manera real y concreta”, desafiaba.

En los renders publicados entonces estaba prevista la construcción de un “paseo ribereño como espacio público peatonal”; “paseo gastronómico con forestación e iluminación”; “bicisendas y equipamiento para bicicletas. Puntos panorámicos”; “apertura de calles y estacionamientos”; “edificios institucionales para administración portuaria”; “empresas vinculadas al sector y centro de convenciones”; “marina para 20 veleros, boteras, capitanías y ‘otros’”; “edificios de uso complementarios y más estacionamientos”; “Skatepark y gimnasios al aire libre”; “puntos de encuentro para corredores y ciclistas”; “jardines y paseos. Interdunas y escollera” e “instalaciones complementarias para venta de insumos”.

Todo esto, dividido en tres sectores. Bajo el título “Puerto Ciudadano” se publicó un video en el que se mostraba el render de la imponente obra, con imágenes de puertos internacionales y la proyección del futuro espacio para Necochea.

Un año más tarde, la obra se concretó, y fue bastante más discreta que lo prometido: se emplazó un paseo gastronómico construido con containers, con una feria de juegos en el centro y un estacionamiento en las adyacencias. Muy bien recibido durante su primera temporada, necochenses y turistas vieron con agrado la obra.

Total desconexión

Cuando el paseo se hizo algo cotidiano, perdió todo su brillo y comenzaron a evidenciarse una serie de deficiencias logísticas que nunca fueron previstas por los ideólogos del proyecto.

Para empezar, ninguna línea de colectivo llega hasta ese sector, por lo tanto, quienes no cuenten con vehículo, deben caminar varias cuadras.

En segundo lugar, el único acceso es la continuación de avenida 2, por el sector de médanos y bosque, que en horas de la noche se vuelve sumamente oscuro y peligroso. Otro problema para quienes no cuentan con vehículo. El otro acceso es a través de la arena, ingresando por el costado de la Escollera Sur, es decir, se llega en 4x4.

Esto hace que sea imprescindible la llegada de una línea de colectivos hacia esa zona de la ciudad, dado que es un obvio punto turístico de interés. Tampoco se ha dispuesto una parada de taxis en el lugar. Esta falta de accesibilidad ha hecho que, con el correr de los años, Puerto Gardella fuera perdiendo peso. Tampoco ayuda que en el resto de la ciudad no haya señalética ni información disponible que ponga al tanto a los turistas de la existencia de ese espacio.  

Para resumir: da la sensación que Arturo Rojas nunca pensó en la conexión de este espacio con el resto de la ciudad. Si cualquiera piensa en estas deficiencias puede llegar a creer que fue inaugurado solo como un acto de campaña y luego olvidado, incluso, por sus fundadores. Lo antes mencionado funciona como prueba elocuente.

Cabe destacar que el Municipio puede intervenir en los temas referidos a espacio territorial del Puerto Quequén. En lo que no puede intervenir es en cuestiones administrativas. Por ende, el Jefe Comunal está habilitado para gestionar una línea de colectivos que conecte con Puerto Gardella.

En la actualidad, el paseo cuenta con algunos pocos comercios en funciones y el estacionamiento, a menudo, está cerrado. Las dificultades para llegar hasta allí han llevado a Puerto Gardella a perder vigencia y hasta, en alguna ocasión, desde el propio Consorcio se pensó en cerrarlo definitivamente. Sin embargo, aún sigue y, quizás, la solución a sus problemas sea la inclusión a la ciudad de una vez por todas.