¿Más de lo mismo?: Cambió el jefe policial pero los patrulleros siguen parados

miércoles, 31 de mayo de 2023 · 10:52

No es un secreto para nadie en Necochea: la ola de inseguridad tiene mucho más de desidia política que de problema irresoluble en un distrito pequeño con apenas unos 100 mil habitantes. Quienes debieran dar una respuesta, un tridente entre las fuerzas de seguridad, el municipio y el Poder Judicial, usualmente triangulan las responsabilidades de una forma tan afinada que ya la insostenible situación se presenta como un nudo gordiano en el que, al final, no hay un responsable claro. En un colmo del atrevimiento el secretario de Gobierno Jorge Martínez, uno de los principales responsables de la seguridad en Necochea, llegó a señalar a los propios vecinos de ser en parte culpables de la situación por no tramitar las denuncias formales...

En los últimos días la serie de robos parece haber pasado las cosas a otro nivel: ahora la delincuencia no sólo intenta robar cuando el vecino sale de su casa o cuando se encuentra con un vehículo de su interés en la vía pública, dado que una nueva modalidad es la del "secuestro" de elementos que luego deviene en llamada extorsiva. En los últimos días varios vecinos han reportado el robo de su motovehículo y un posterior llamado pidiendo rescate por lo robado.

Esa nueva modalidad en la ciudad, que se suma a escruches, saqueos de vidrieras y asaltos a mano armada a toda hora del día configuran un panorama de inseguridad en la ciudad cuya permanencia ya se ha vuelto sospechosa y llama la atención de los vecinos, que reclaman una reacción de las autoridades que sigue sin llegar.

En el trasfondo, el reemplazo del jefe policial, Jorge Mastropierro, por el comisario Martín Urrestarazu a cargo de la policía en la ciudad parece no tener efecto y aunque la Comuna presentó con bombos y platillos al reemplazo junto a la llegada de nuevos patrulleros y el traslado del centro de monitoreo, lo cierto es que los patrulleros apenas si se ven estacionados en algunas esquinas, sin realizar los rondines de toda la vida, aparentemente porque hay poco combustible y hay orden de racionarlo al extremo, a tal punto que las patrullas nuvas parecen estar solo en exhibición.

Así las cosas, aunque se cambió al comisario y llegaron los patrulleros enviados por el gobierno provincial, la situación sigue más o menos igual, aunque con una figura nueva al frente de las fuerzas de seguridad. Sin embargo... ¿es realmente un cambio el que se planteó o es más de lo mismo?

Hay una tesis dando vueltas que la propaganda municipal se ha esmerado con empeño en que no gane volumen. Según esa tesis, esbozada inicialmente por el ex concejal radical Alberto Esnaola, la inacción policial tendría alguna clase de ribete político. Es que la falta de controles sobre la fuerza por parte del intendente estaría vinculada directamente a un episodio que se produjo en la pandemia, en 2020, cuando un llamado denunciando un asado clandestino (era el momento más intenso de las restricciones por CoVID19) presuntamente desmontó un encuentro en el que se habría encontrado al intendente Arturo Rojas con una docena de amigos y del que fue retirado a escondidas completamente alcoholizado.

La versión indicaba que el operativo policial habría sido "contenido" en persona por el propio comisario Mastropierro, con la presencia del comisario Urrestarazu en el lugar. Cuando pasó el operativo, dos oficiales que dieron cuenta del episodio fueron sancionados y cuando el asunto llegó a los medios, el intendente negó todo y aseguró que se trataba de "una opereta", como si en la ciudad en medio de la pandemia hubiera realmente sectores interesados en desestabilizar un gobierno que había asumido hacía pocos meses con casi un 60% de los votos... aunque su respuesta fue más que inverosímil, el tema ya no fue mencionado 

Ahora con el cambio de la jefatura de policía se esperaba alguna clase de cambio o mejora de la situación, aunque el panorama se ve igual o incluso empeorando. El problema, más allá de cualquier tesis que se pudiera elaborar, reside en la falta de seriedad que tienen las decisiones que las autoridades municipales están tomando, con una más que evidente política constante de show y premisas electorales que de medidas reales que busquen atacar el problema: muestra de ello han sido las exageraciones y tergiversaciones que ha hecho el relato oficial sobre las cámaras se seguridad en el distrito o la llegada de patrulleros que apenas si se los ve estacionados en las esquinas porque alcanzó para traer los móviles pero no para mantenerlos en circulación.

"Para la gilada"

Como suele decirse en la jerga callejera, las medidas contra la inseguridad adoptadas por el gobierno municipal, que intervino más que tarde en la situación, parecen ser "para la gilada", es decir, para montar un espectáculo que capte la atención de desprevenidos generando una imagen que busca favorecer al intendente aunque no aporta soluciones reales al problema.

Como parte de una batería de ideas absurdas, la Comuna ha llegado a promover un programa para que conductores principiantes y adolescentes salgan a manejar patrulleros a las calles. Si bien el programa tiene origen en la provincia, la gestión del intendente Arturo Rojas decidió echar mano de la idea para postularlos dentro de los "esfuerzos" que hace la Comuna para combatir el flagelo.

Ese programa además se complementa con algunas otras ideas desopilantes como la de convertir a choferes de colectivos y taxistas en vigiladores en los barrios, algo propuesto por los aliados del intendente en el Concejo Deliberante en el colmo del delirio.

Una y otra vez, la propaganda municipal ha intentado presentar esta clase de vistosas propuestas tratando de darle un marco de seriedad que en los papeles es casi una tomada de pelo, sobre todo si se tiene en cuenta que mientras los patrulleros están parados en las esquinas por falta de combustible, el intendente dispuso para este año el gasto de casi 130 millones de pesos del presupuesto municipal en publicidad para su campaña electoral.

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