La Bresh en problemas: Un negocio para funcionarios y concejales que conocen todos pero nadie detiene
A las protestas de vecinos molestos con los ruidos crecientes frente al club Villa Díaz Vélez y las agrupaciones ambientalistas preocupadas con el cambio de uso de una concesión del Parque MIguel Lillo y el riesgo de daño al arbolado por la celebración de una fiesta masiva se suman ahora dos nuevos datos que hacen que la fiesta Bresh en Necochea esté completamente fuera de norma y sin recibir los controles adecuados de las autoridades.
Es que en las últimas horas se conoció que el club Villa Díaz Vélez no cuenta con una serie de permisos que lo habilitaría para dar lugar al evento, incluso si la concesión tuviera prevista la celebración de eventos masivos en el campo de fútbol.
Se trata del certificado del RAN (Registro de Actividades Nocturnas) que debe tramitarse para poder celebrar un evento masivo. El mencionado certificado es otorgado a todos los locales que cumplan con ciertas especificaciones para tener pista de baile y realizar eventos de nocturnidad.
Para obtener el certificado, los responsables de los locales bailables deben realizar una serie de inversiones en medidas de seguridad, controles de volumen y personal de prevención que brinden las condiciones establecidas por ley para mitigar cualquier clase de eventualidad que pudiera surgir. Además, entre los trámites requeridos se exige que los boliches tengan una licencia del ReBA (Dirección Provincial del Registro y Control de la Comercialización de Bebidas Alcohólicas), que tiene una vigencia anual y debe renovarse constantemente.
Las licencias que otorga el ReBA tiene diferentes categorías: hay una para pequeños quioscos; otra para almacenes y expendios un poco más grandes; una tercera para locales nocturnos y gastronóimicos; y una específica para eventos masivos en grandes predios de convenciones o estadios. Sucede que Villa Díaz Vélez sí tiene una licencia ReBA, pero es para el bufet que tiene en el predio y no para eventos de las características de la fiesta Bresh, promovida por toda la ciudad como una fiesta masiva.
Y sin el ReBA de la categoría adecuada, el club no puede entrar al RAN, que es el certificado que se necesita para realizar el evento en cuestión. Aunque el director general de Control Urbano, Juan Laportilla, se presentó en el Concejo Deliberante junto a los promotores del evento y las autoridades del club para dar garantías de la completa normalidad y los permisos en regla para el evento, lo cierto es que los papeles no están en orden y se descubre así la complicidad política en cuestión.
El concejal y el funcionario
A los intereses que podría llegar a estar teniendo el concejal Guillermo Sánchez, fuertemente vinculado al club que pretende dar lugar al evento fuera de norma y cercano a uno de los promotores de la fiesta, se suman ahora algunas insinuaciones acerca de la vinculación de la fiesta con un funcionario del Ejecutivo.
El portal La Nueva Comuna se hizo eco de esta situación, vinculando a una productora que promueve la fiesta con un funcionario municipal que suele producir más inconvenientes que beneficios a la gestión Rojas. "Aparecen como organizadores del evento también a Lobo Produce, una productora local de espectáculos que según se observa en su cuenta de Instagram, produce shows en el Cine Teatro París, el lugar regenteado históricamente por el empresario de medios y funcionario municipal Alejandro Silva", indicó el medio.
"¿Alguna relación entre el empresario-funcionario y la fiesta? Ese dato se desconoce aunque si podría estimarse la caja que se levantaría nada más que por la venta de entradas a la Bresh: 10 millones de pesos. Linda recaudación, ¿no?", señaló el portal de noticias.
El monto de las posibles ganancias por la fiesta surge de un cálculo al vuelo: con 3.500 pesos por entrada y una concurrencia estimada en 3 mil personas (por eso se usa una cancha de fútbol), el portal llega de inmediato a los 10 millones de pesos de recaudación. Eso sin contar las ventas de bebidas alcohólicas.
Aunque las ganancias del evento parecen estar todavía lejos de esa cifra y los organizadores siguen promoviendo la fiesta en las redes sociales, el tamaño potencial del negocio (10 millones en una noche) justificaría de manera inconfesable la pulsión que han tenido las autoridades para llevar adelante la fiesta a como de lugar. Por esa razón ha surgido toda clase de desinformación y acusaciones varias desde el oficialismo, como el gastado (y ya nada creíble) argumento de la "Necochea del No".
Como sea
Hasta el momento no bastaron las quejas de los vecinos, que se quejan de los ruidos molestos que vienen produciéndose en el club desde hace meses, con convocatorias que han convertido al lugar en un verdadero local bailable fuera de norma. Tampoco alcanzaron las insinuaciones de los ambientalistas señalando que la concesión otorgada al club es para la práctica de deportes y no para el subalquiler para fiestas masivas en medio del Parque Miguel Lillo.
Mucho menos hicieron efecto las observaciones de la Asociación para la Conservación del Parque Miguel Lillo, que directamente pidió que se suspenda la fiesta porque falta toda clase de garantías para su realización, no sólo por la falta de transparencia que ha mostrado todo el suceso, sino porque corre en riesgo el arbolado del parque con miles de personas recorriendo el lugar en "modo fiesta".
Si bien hay otros espacios dentro del parque donde se han celebrado fiestas autorizadas excepcionalmente por las autoridades, lo cierto es que hay apenas dos cupos anuales para esas excepciones y la Comuna ya los concedió esta temporada: uno al Kabryl (vinculado a la organización de la Bresh) y otro a El Point, que funcionaría con una habilitación de despensa y terminó montando un boliche a cielo abierto con el pasar de los años.
Esa naturaleza de pervertir por un lado los usos del parque y, por el otro, de otorgar permisos a los amigos del poder político sin importar nada hace que haya cómplices (quizá involuntarios) de las irregularidades: ¿acaso la Comisión Directiva del club Villa Díaz Vélez no conoce la falta de habilitación de su predio para eventos bailables masivos? ¿Dicen la verdad los funcionarios municipales que, como Laportilla, han asegurado que todo está en orden para que se haga la fiesta? ¿Hay algún concejal que haya estado dispuesto a solicitar que se presenten las habilitaciones correspondientes en papel ANTES de la realización del evento?
Bajo su típico manto de propaganda y falta de transparencia la gestión Rojas intenta justificar una fiesta fuera de norma y bastante resistida, incluso ganando el apoyo de un sector de la población con el que mantiene una pésima relación. Después de todo, la fiesta Bresh, surgió con una naturaleza ligada a la comunidad LGTB+, que actualmente se encuentra enfrentada al municipio por el juicio que lleva adelante contra una empleada municipal, Pierina Nochetti, por una pintada en el Anfiteatro del Parque Miguel Lillo.
De esto, del ordenamiento de los usos del parque, del cuidado del medio ambiente y de los permisos que deben tener las instituciones para realizar sus actividades parecen haberse olvidado las autoridades y algunos de los interesados en que la fiesta se realice, por lo que se espera que el debate siga activo hasta la culminación de la fiesta, si es que esta se lleva a cabo y no termina suspendida por una casi obligada inspección del ReBA en vistas del conflicto desatado.