Argentina es el país con más contaminación por agroquímicos del mundo: ¿Cómo es el panorama en Necochea?

sábado, 30 de septiembre de 2023 · 11:17

Un estudio realizado por una investigadora del INTA, Virginia Aparicio, sobre 73 habitantes de diferentes puntos de la provincia de Buenos Aires reveló recientemente en un evento del Día Mundial de la Salud Ambiental que nuestro país y nuestra provincia está al tope de los países con mayor contaminación por agroquímicos en todo el planeta.

El estudio, que el INTA prohibió difundir, analizó la presencia de plaguicidas en orina, heces y sangre de los 73 bonaerenses que se prestaron para el estudio y encontró restos de plaguicidas en la totalidad de ellos, aunque en diferentes rangos.

El estudio censurado por INTA tuvo que hacerse público de manera internacional a través de un evento transmitido desde Nueva York, dando cuenta del cerco informativo que existe alrededor del fabuloso negocio de la venta de los llamados "fitosanitarios".

En Necochea recientemente se viralizaron imágenes que muestran cómo mosquitos de fumigación aplicaban venenos apenas a 500 metros de una escuela y un barrio, dentro de una zona del ejido urbano en la que está prohibido el cultivo extensivo que aplica agroquímicos de manera masiva. Recientemente parte del estudio de Aparicio reveló que en nuestra ciudad hay restos de agroquímicos incluso en el suelo de las plazas y escuelas del centro de la ciudad.

El muestreo efectuado en doce puntos del partido de Necochea arrojó en los resultados la presencia de 13 agroquímicos distintos en el suelo y en el agua.

Las muestras fueron tomadas en instituciones educativas y otros espacios públicos de Necochea, Quequén, Costa Bonita, Fernández y Santamarina. Dentro de la diversidad de lugares examinados, destaca la plaza central de la ciudad, contaminada en el sector de los juegos.

En Necochea el uso irresponsable de agroquímicos incluso llegó a costarle la vida a una joven de 19 años, que fue afectada por la evaporación de Photoxin tras un incendio en un depósito ubicado en el barrio portuario de Quequén en 2014. Además, en la Escuela Nº 47 Almafuerte, lindante con campos que fumigan cultivos prohibidos, dos alumnos sufrieron intoxicaciones con veneno cuando comieron frutas que estaban en el patio de la escuela y habían sido afectadas por una fumigación reciente.

El informe

Este es el texto de la publicación "Bichos de Campo", que se hizo eco de los resultados del estudio y salteó el cerco informativo para dar cuenta de la situación que se extiende en todo el país:

El INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) prohibió la difusión, hace unas semanas, de los resultados de mediciones de rastros de agroquímicos realizados sobre 73 habitantes de la provincia de Buenos Aires por una de sus investigadoras, Virginia Aparicio, por considerar que el proceso -impulsado y financiado por universidades y ONG europeas-. no era demasiado objetivo ni científico, y que sus resultados serían sesgados. Es decir, el organismo consideró que el denominado Proyecto Sprint tenía la camiseta ya puesta en contra de los insumos agrícolas de síntesis química, que los fabricantes llaman fitosanitarios (sanadores de plantas) y los ambientalistas llaman agrotóxicos (contaminadores del campo).

Aparicio, que trabaja en el INTA Balcarce, respetó la decisión de sus superiores e incluso rechazó una entrevista con Bichos de Campo. Pero este miércoles en una conferencia virtual transmitida desde Nueva York, en el marco de la conmemoración del “Día de la Salud Ambiental”, quienes impulsan el Proyecto Sprint igual presentaron algunos datos de esas mediciones. El medio argentino La Vaca siguió esa sesión y comunicó algunos datos que también hablan sobre la Argentina.

Para empezar, en el caso local, se denunció que el 100% de participantes argentinos en esta investigación “presentó un rango de 6 a 13 plaguicidas en orina, un rango de 2 a 10 plaguicidas en sangre y un rango de 0 a 18 plaguicidas en materia fecal”. Esto coloca a la Argentina, según esta cuestionada medición, en el tope de los niveles de contaminación con agroquímicos, que para nosotros es el modo correcto (sin sesgos) de referirse a ellos. Es decir, esos niveles detectados ha  sido superiores a las de los países europeos comparados.  Solo sería superada por los Países Bajos.

Dice la nota de la periodista Anabel Pomar en La Vaca: “Entre los venenos detectados están obviamente el glifosato (genotóxico y probable cancerígeno) y el clorpirifos (que pese a estar prohibido en Argentina se sigue vendiendo hasta en los supermercados). El informe señala además los ‘cócteles’, que mezclan químicos para aumentar la potencia de cada veneno, reuniendo hasta 120 plaguicidas”.

El proyecto europeo SPRINT (siglas en inglés de Transición Sostenible de Protección Vegetal: Un Enfoque de Salud Global 2020/2025) intentó primero realizarse en el país  con participación de entidades técnicas de la comunidad agropecuaria, pero esa posibilidad no prosperó y Aparicio quedó flanqueada sobre todo por organizaciones ambientalistas que suelen demonizar los agroquímicos. Fue una pena, porque la iniciativa financiada por la UE buscaba dimensionar la presencia de residuos químico en el ambiente y las personas. Estas son mediciones que debería realizar sistemáticamente el Estado Argentino. Pero lamentablemente no se realizan.

Finalmente del muestreo en Argentina participaron 73 personas como voluntarios. De las 73, un tercio eran consumidoras, otro tercio habitantes de pueblos pequeños y “vecinos de productores”, y el último tercio estaba conformado por productores agropecuarios, la mitad convencionales (y por lo tanto usan agroquímicos) y la mitad “agroecológicos”. También se incluyó un monitoreo en 14 establecimientos rurales, donde se tomaron pruebas en ambiente, alimentos, grano y muestras biológicas en animales.

Primer dato destacado de los resultados presentados: En los ambientes en los que esas personas se mueven a diario, “el total de participantes argentinos presentó un rango de 7 a 53 plaguicidas en las pulseras” de detección de ese tipo de sustancias.

Otros resultados consignados en la nota de La Vaca muestran que el fenómeno de esta presencia no es privativo de medios rurales, pues los residuos de químicos son incluso más presentes en hogares de pobladores citadinos:

- En alimentos: “el total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 22 plaguicidas en la muestra de alimentos”.

- En el polvo del hogar: “el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 43 a 86 plaguicidas en polvo del hogar”.

- En granos de cultivos: “el total de muestras analizadas en Argentina presentó un rango de 0 a 8 plaguicidas en grano”.

- En animales: “el total de animales analizados en Argentina presentó un rango de 1 a 12 plaguicidas en orina, un rango de 0 a 16 plaguicidas en materia fecal”. (Los de sangre continúan pendientes).

- En alimento para animales: “un rango de 5 a 25 plaguicidas en alimento animal”.

- En suelos: “el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 0 a 12 plaguicidas en suelo”.

- En Agua superficial: en “el total de muestras analizadas presentó un rango de 10 a 28 plaguicidas en agua superficial”.

La conclusión de SPRINT parece ser obvia, pues marca que no hay análisis que hayan descartado la presencia de sustancias químicas (al parecer, no siempre ligadas a la actividad agrícola) sino que por el contrario todos los análisis muestran una inquietante reiteración de resultados positivos. La gran pregunta que no se responde en esta iniciativa europea es cuán dañinos pueden llegar a ser esos niveles de detección de agroquímicos en el ambiente y el propio cuerpo.

Por lo pronto, dice la crónica de La Vaca que “entre los cuadros con centenares de nombres de moléculas químicas usadas en la agricultura, destacan algunos de los agrotóxicos más fumigados en nuestro país. El herbicida glifosato, y su metabolito AMPA, en los primeros puestos. Y para los muestreos en Argentina, en cantidades hasta tres veces superiores en algunas matrices. También el clorpirifos, recientemente prohibido en el país pero que se puede seguir comprando en cualquier góndola de supermercado en el sector de insecticidas”.

Otra conclusión de Pomar, que siguió la presentación, es que esos estudios “respaldan una afirmación que muestra la magnitud del daño, estremece. Hasta las personas que consumen o producen alimentos sin usar agrotóxicos tienen sus cuerpos contaminados. Y aquellas que consumen alimentos libres de agrotóxicos, también. El cuadro completo muestra que la exposición ambiental llega a todas las personas, no solo a quienes producen con venenos o viven en zonas rurales. Y por todas las rutas de exposición”.

Un ejemplo se encontró al medir el polvo de los hogares, presentado por Daniel Figueiredo, de la Universidad de Utrecht de Países Bajos. Los resultados indican que los agrotóxicos llegan a impactar en los organismos más por los ambientes que por la dieta misma. 

Peor una conclusión de esta investigación es que la Argentina (productor agrícola) presenta niveles de contaminación bastante más elevados que el promedio de los países europeos (básicamente importadores). Según Hans Mol, de la Universidad de Wageningen de Países Bajos, hay presencia del herbicida glifosato en orina en el 86,1% de los 73 argentinos muestreados y en el 35,2% de los europeos, mientras al analizar las heces humanas se detecta ese plaguicida en el 70,5% de las personas residentes en Europa y en el 100% de los bonaerenses.

Para el caso del clorpirifos, el 3,7% de europeos tiene en sus heces ese tóxico, mientras que para la Argentina el número asciende a 37,7%. “Nuevamente salimos campeones, esta vez de otro podio tóxico”, dice la nota de La Vaca. Cabe aclarar que la Argentina fue el único país que realizó mediciones fuera del viejo continente.

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