De un fin de semana repleto a una terminal vacía: ¿Qué pasa con el turismo en Necochea?
Según informaron desde la Secretaría de Turismo y Desarrollo Productivo, el último fin de semana se registró una ocupación hotelera del 90%, siendo el último sábado el día con mayor afluencia de turistas. Estos índices entusiasman, teniendo en cuenta la crisis económica por la que atraviesa el país y la situación de incertidumbre que se vive.
Asimismo, la segunda quincena de enero suele ser la que mayor número de turistas atrae a nuestra ciudad. Por lo que este índice puede llegar a indicar un incremento en las visitas, respecto de años anteriores.
Sin embargo, llama la atención que la Terminal de Ómnibus se encuentre vacía poco después de la medianoche, en plena temporada alta y durante el recambio de quincena.
Las plataformas de ingreso y egreso de micros de larga distancia se encontraban completamente vacías en la medianoche del jueves, cuando Diario 4 Vientos realizó una recorrida por el lugar.
La desoladora imagen contrasta notablemente con el discurso de “temporada sin precedentes” que buscan imponer desde la propaganda municipal. Es inevitable preguntarse por qué no ingresan micros pasada la madrugada en una ciudad en la que –según cuentan desde los medios oficiales y afines- no paran de llegar turistas.
Una posible explicación es que, quizás, los turistas que llegan a la ciudad lo hagan en vehículos particulares casi en su mayoría. Otra es que las empresas de transporte no cuenten con servicios nocturnos. Sin embargo, basta con ingresar a cualquier sitio de venta de pasajes de micros de larga distancia para constatar que hay salidas a toda hora y que todos los puntos de la Costa tienen los boletos reservados, por lo menos, hasta la segunda quincena de febrero.
Con estos datos queda preguntarse si realmente esta es una “temporada sin precedentes” y si en Necochea se ha estado trabajando para generar una ciudad atractiva para los visitantes. Si ha puesto empeño en solucionar sus casi nulas opciones de actividades indoor, para cuando el clima juega una mala pasada y la playa deja de ser una salida obligada.