Pablo Novak

A los 93 años murió el último habitante de Epecuén

lunes, 22 de enero de 2024 · 10:38

En las últimas horas falleció Pablo Novak, el último habitante de Epecuén. A sus 93 años, Novak, quien fungió como custodio y guardián del mítico legado de un pueblo que sucumbió bajo las aguas en 1985, se despidió de este mundo, dejando tras de sí una historia que ha perdurado en el tiempo.

La triste noticia fue confirmada por el intendente de Adolfo Alsina, Javier Andrés, quien expresó su pesar ante la partida de este hombre que encarnaba la memoria viva de un Epecuén que, a pesar de su tragedia, sigue siendo objeto de fascinación y recuerdo.

Pablo Novak, además de ser testigo de la desaparición de su amado pueblo, fue distinguido en enero de 2020 como Embajador Cultural y Turístico del distrito. Su rol como guardián de las ruinas de Epecuén y sus relatos llenos de anécdotas se convirtieron en un referente, atrayendo la atención de visitantes, turistas y hasta de figuras destacadas como el Indio Solari y sus Fundamentalistas del Aire Acondicionado, quienes eligieron este escenario para uno de sus memorables shows en 2021, en plena pandemia.

El intendente Andrés, visiblemente afectado, compartió la noticia a través de las redes sociales: "Hoy es un día para decir adiós, aunque no sé si a las leyendas se las despide. Don Pablo Novak, así: sonriente, entusiasta, siempre dispuesto a largas charlas y relatos de anécdotas quiero recordarte". Sus palabras evocan la imagen de un hombre que, a pesar de las adversidades, supo mantener viva la esencia de Epecuén.

"Recorriendo Epecuén en tu bicicleta, leyendo el diario en una esquina de las ruinas, compartiendo como guía tus experiencias con los turistas y los periodistas de todos lados que preguntaban por El Último Habitante de Epecuén. Así todos vamos a recordarte. Hoy es un día para decir ¡Gracias Don Pablo! Descansa, que nosotros cuidaremos tu legado aunque nunca será lo mismo", concluyó el jefe comunal en su emotivo mensaje.

En sus numerosas entrevistas, Novak solía relatar que su decisión de permanecer en Epecuén después de la devastadora inundación se debía a la felicidad que el lugar le proporcionaba. Nacido en la villa en 1930, su vida entera transcurrió entre sus calles y su gente. Con nostalgia, recordaba los días de gloria del pueblo en la década de 1940, cuando la población alcanzaba los 2 mil habitantes y su familia prosperaba gracias a la fábrica de ladrillos que poseían.

Sin embargo, la tragedia golpeó a Epecuén en 1985, sumergiéndolo bajo las aguas y obligando a sus habitantes a buscar refugio en la ciudad cabecera del Municipio, Carhué. Novak también partió, pero no tardó en regresar. A pesar de que su mujer e hijos se establecieron en Carhué, él sentía la imperiosa necesidad de volver a sus raíces.

Con una modesta casilla y una vaca, se instaló en una de las pocas calles que resistieron sobre la superficie. "Me da un poco de tristeza ver lo que quedó, pero también recuerdo los momentos de alegría. ¿Cómo voy a estar en otro lugar? Yo hice todo acá", afirmaba en sus entrevistas, revelando la conexión profunda que lo unía a su tierra natal.

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