Comida chatarra y pantallas: Las dos amenazas a futuro para los chicos

viernes, 16 de agosto de 2019 · 12:20

La obesidad y el sedentarismo se instalan a través de los hábitos adquiridos en la niñez, y por eso es tan difícil para los adultos dar una pelea exitosa contra de estas verdaderas epidemias globales, cuando ya se han convertido en una “bomba de tiempo” para la salud cardiovascular.

¿Qué pueden hacer la familia, la escuela y la sociedad para promover hábitos más saludables? “Los problemas de cardiología infantil que los médicos atienden en sus consultorios sólo afectan, afortunadamente, a muy pocos chicos; hablar del corazón de los chicos es hablar, sobre todo, de cómo se alimentan y se mantienen físicamente activos a través del juego, porque hoy la dieta basada en comida chatarra y otros productos industrializados, junto con un esquema de hábitos cada vez más sedentarios, están instalando en la población infantil los factores de riesgo que determinarán la salud cardiovascular de nuestra población en el futuro”, sostuvo el Dr. Jorge Camilletti,  cardiólogo (M.N. N°110356) y presidente de la Federación Argentina de Cardiología (FAC), que realiza entre el 12 y el 21 de agosto su Campaña Anual bajo el lema “Hablemos del corazón de los niños”.

Esto no significa que cambiar el estilo de vida en los niños sea “más fácil” que hacerlo en los adultos: “La principal estrategia tiene que pasar por la motivación de los chicos, sobre todo para la actividad física, y eso sólo se logra inculcando hábitos sencillos de fortalecimiento de su autoestima y su sentimiento de seguridad; todo lo que los haga soltar las tablets y los celulares y evitar el aislamiento”, sostuvo la Dra. Sandra Romero, Cardióloga Infantil y Fetal experta en Hemodinamia, Presidente del Comité de Cardiopatías Congénitas de la FAC, (M.P. N°21400 – Córdoba; M.P, N°7126 – Río Negro).

La doctora Romero fue la principal disertante en las Jornadas de Cardiología Infantil realizadas el 1 y 2 de agosto en Santa Rosa por la Asociación Pampeana de Cardiología, en el marco de las Campañas Anuales Nacionales de Prevención de la FAC, donde presentó la segunda edición de su libro Tuc-tuc, un corazón feliz y habló sobre ecografía fetal. La Dra. Analía Molteni, titular de la Secretaría de Prensa y Difusión de la FAC, dijo que este encuentro, anticipa la línea que tendrá la campaña de la FAC a nivel nacional, incluyendo intervenciones eficaces para promover hábitos saludables desde pequeños y cuáles son las consultas más comunes en cardiología infantil.

“Organizamos una serie de actividades en todas las provincias, bajo la idea «El médico va a la escuela», o “generar actividades como talleres, bicicleteadas, etc.”, o “videos y tarjetones educativos para compartir en redes” con el objetivo de lograr cambiar algunos hábitos como el sedentarismo y la mala alimentación de los niños, para que tengan un corazón sano –explicó la Dra. Molteni–. Así invitamos a nuestros colegas y a todas las personas en general, a que participen de todas nuestras actividades. Que lleven a sus niños y se involucren las mamás, los abuelos y las personas que se ocupan de ellos”.

La comida chatarra y tener todo desde una pantalla

En teoría no sería tan difícil. Los chicos están desde muy pequeños en condiciones de entender, en su propio lenguaje y en base a ejemplos de su vida cotidiana, que hay hábitos buenos y malos para la salud. Esto se ve claramente en el video que el Dr. Esteban Larronde, médico cardiólogo y secretario regional de Prensa y Difusión de la FAC, realizó en el Jardín Integral N° en Chos Malal (Neuquén), donde todos entienden que “las frutas y las verduras, un poco de carne, de pescado, es la comida que nos alimenta y nos hace bien”, mientras que “lo que viene en cajitas, con grandes letras de colores y hasta con regalitos, en general no lo necesitamos ni nos hace bien”. Pero a pesar de que todo parezca tan sencillo, explica ahora el especialista (M.P. 3329 - Neuquén), “es evidente que no estamos encontrando estrategias eficaces para promover una mejor alimentación, porque la obesidad sigue aumentando a niveles alarmantes en todo el mundo”.

Para el Dr. Larronde, dejar que los chicos jueguen es más importante que ponerlos a “hacer ejercicio”, y el problema central está en el consumo de productos industrializados: comida chatarra, gaseosas y bebidas azucaradas, galletitas, snacks y demás, que nuestra cultura, a través de la publicidad y otros medios, parece haber convertido en la única dieta “socialmente aceptada”: “Nos están dando una comida que no es para seres humanos”, afirma. 

Al respecto citó recientes publicaciones en el marco de la Oficina de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que aconsejan restringir la publicidad de comida, y un trabajo científico publicado en julio de 2018 en el Scandinavian Journal of Public Health, donde se asegura que los lobbies de grandes empresas productoras de alimentos y bebidas en Europa no sólo buscan trabar el “impuesto al azúcar” (con el que los gobiernos buscan bajar el consumo de este ingrediente asociado directamente con la obesidad y la diabetes) sino que empiezan a utilizar estrategias discursivas “mentirosas” como las que en su momento utilizó la industria tabacalera, tratando de imponer la idea de que “fumar no es tan malo”: “En este caso”, sostiene el Dr. Larronde, “intentan imponer la idea de que mientras los chicos consuman «la porción justa» y se muevan más son saludables, una falacia con la cual buscan quitarse de encima toda responsabilidad”.

“Si no hay consumo de frutas y verduras, el niño no recibe los nutrientes que necesita para su desarrollo aunque  esté sobrealimentado”, admite por su parte el Dr. Alejandro Amarilla (M.P. N° 2682 - Corrientes), ex Presidente de la Sociedad de Cardiología de Corrientes, miembro de la FAC, quien sin embargo destaca la necesidad de que chicos y adultos se muevan más: “La Organización Mundial de la Salud, la Asociación Americana del Corazón y la FAC coinciden en recomendar como mínimo una hora diaria de actividad física para los niños, desde los 5 hasta los 17 años, y de allí en adelante 150 minutos por semana”. Esto, desde luego, no sucede, “pero lo asumimos como algo normal, se les da a los chicos la tablet para que estén tranquilos y estamos los padres condicionando esas actitudes desde muy temprana edad, e incluso en la escuela se reducen los horarios de actividad física y se les da más tiempo de contacto con pantallas”, sostiene.

Según el Dr. Amarilla, el sedentarismo “viene asociado al desarrollo tecnológico, social y cultural que ha condicionado a que la sociedad entera se haya vuelto más sedentaria, ya que moverse no es necesario para trabajar o entretenerse”, puesto que “se obtiene todo desde una pantalla”.

La comunidad, en su opinión, no ayuda: “Debería haber espacios de actividad física seguros, sin riesgos para la salud y la integridad; espacios múltiples, abiertos, asistidos y con todo para que los chicos tengan ganas de ir”. Menos pantallas, por supuesto. 

Es que además, nuevas investigaciones parecen afirmar que la tecnología juega su propio papel en los trastornos metabólicos que hacen al riesgo cardiovascular, pero de manera directa: “Así como existe el síndrome metabólico, hoy se habla del síndrome circadiano, que se da cuando el organismo está expuesto a un exceso de luz azul de noche y no tiene la suficiente exposición a la luz de día, y las pantallas que emiten luz del espectro azul en una hora en la que no estamos evolutivamente preparados para recibirlos son la principal causa”, asegura el Dr. Larronde.

El metabolismo está regulado entre otros factores por un “reloj biológico interno” o ritmo circadiano del organismo, explica, y si el ritmo circadiano es alterado habitualmente “produce síndrome metabólico, trastornos del sueño y predisposición a la obesidad, lo cual sumado a la alimentación industrial basta para conformar un «combo perfecto» para poner en riesgo la salud cardiovascular desde la más tierna infancia”.

¿Y a los chicos qué les pasa?

A partir de una serie de preguntas sencillas, la Dra. Romero realizó un relevamiento entre niños de tres escuelas primarias –ubicadas en la provincia de Buenos Aires, en el Litoral y en la Patagonia– en el marco de la Campaña Hábitos Saludables de la FAC, para conocer algunos de sus hábitos e identificar así los potenciales de cambio. Y resultó que a más del 92% de los chicos “le gusta ir a la escuela”, y sólo menos de un 7% dijo que no le gusta, aunque se dio la particularidad de que, en este último grupo, que a primera vista pareciera el más “refractario” al cambio de hábitos, “sí les gusta hacer gimnasia”. En general, la actividad física en la escuela los divierte, y un 58% de los chicos practica algún deporte o actividad física fuera de la escuela.

Participaron de la encuesta niños de tres grupos de edades –de 6 y 7 años, 8 y 9, y de 10 y 11 años– que respondieron con ayuda de sus padres. En esas condiciones, dice el informe, “todos los grupos etarios tienen conocimiento de lo que es una alimentación saludable y tratan de expresarlo comentando lo variado de sus alimentos y manifiestan que las llamadas «comidas chatarra» son muy esporádicas”.

Un 32% de los chicos reconoce pasar muchas horas al día con los videojuegos, mientras que un 67% dice jugar con sus tablets, playstations, Xbox o computadoras “pocas horas por día” o “sólo los fines de semana”

“No todos conocen los riesgos de estar demasiado tiempo pegados a las pantallas”, comentó la Dra. Romero, quien indicó que en el grupo etario de 6 y 7 años, donde se encuentra la menor proporción de adeptos a este hábito, “los pequeños reciben un mayor control y límites sobre las horas de juegos tecnológicos”. El grupo entre 11 y 12, indicó, es el que muestra mayor afinidad al uso excesivo y a aislarse. El 5,5% del total expresó “no tener amigos”: “Son en general los que menos duermen y pasan más de 4 horas con los juegos electrónicos”.

El turno mañana es el que permite o induce hábitos más ordenados, mientras que los horarios del turno tarde suelen inducir a que se acuesten más tarde y duerman menos, y alteren los horarios de las comidas, incluso salteándose el desayuno.

“En general a todos los chicos les gusta hacer actividad física, y si no les gusta es porque los han «rigoreado», o les han dicho que no pueden, o los tratan de «gordos», por eso la estrategia debe ser la motivación positiva: todos pueden, todos deben y todos somos compañeros”, dijo la Dra. Romero.

Luego, indica, es cuestión de aplicar el ingenio para que las modificaciones al estilo de vida puedan ser funcionales al desarrollo de la cotidianeidad. No hace falta, por ejemplo, ir al gimnasio: si se dispone de una bicicleta, se levanta ligeramente 1 o 2 cm. del suelo la rueda trasera con un soporte seguro para que permanezca en el aire, y se puede practicar bicicleta fija mientras se mira televisión. O se puede conseguir un cajón y practicar step como si subiera y bajara por una escalera. “En este sentido, los médicos tenemos que dar soluciones fáciles y no poner obstáculos, porque el país es muy grande y las diferencias entre culturas y formas de vida también lo son, dijo la doctora. 

La actividad física da el “presente”

El Dr. Pablo César Spada (M.N. Nº 90955 | M.P. Nº 39766), Secretario Regional de Prensa y Difusión de FAC, coincide  en que “si evaluamos las estadísticas mundiales sobre obesidad y sobrepeso, vemos que la tendencia nos aleja cada vez más de nuestro objetivo” de evitar que este factor de riesgo se instale desde la niñez. La obesidad afecta de manera directa la vida de los chicos, explica, ya que los hace más propensos a sufrir trastornos del sueño y de la respiración: “Tal vez las consecuencias en la infancia no tengan tan fuerte impacto en la salud cardiovascular como en los adultos, pero los niños obesos, de no corregir su estilo de vida, estarán predispuestos en la etapa adulta a los riesgos de la insulinorresistencia y síndrome metabólico, al aumento del colesterol, de la presión arterial y al desarrollo de diabetes”.

A esto el Dr. Amarilla agrega que, si no se cumplen los requerimientos mínimos de ejercicio, “tenemos complicaciones a nivel físico, cardiorrespiratorio, muscular y también cognitivo, trastornos del equilibrio y la capacidad aeróbica”.

La Dra. Paula Quiroga, cardióloga especialista en Rehabilitación Cardiovascular y ex presidente del Comité de Cardiología del ejercicio de FAC (M.P. N°28176/0 - Córdoba), apuntó que la primera y segunda infancia y la adolescencia son el período de edad en que la persona desarrolla todas sus capacidades físicas, algunas de las cuales ya no podrá seguir desarrollando en la edad adulta. Por eso, “el sedentarismo en esta edad afecta al desarrollo de los sistemas energéticos, que son los responsables de que el organismo tenga una buena metabolización, y si el músculo no tiene un buen desarrollo no va a poder utilizar los combustibles que le requiere un entrenamiento, por eso afecta a la capacidad física durante toda la vida”, explicó la especialista. Esta situación incrementa notablemente el riesgo cardiovascular, y muchas veces es el único antecedente que se encuentra en casos de infarto precoz, alrededor de los 30 años.

“Si bien todas las escuelas cuentan con horas de actividad física, en general no suele ser suficiente”, dice la doctora, por lo que recomienda a los padres “promover el ejercicio en los chicos, obviamente a través del juego, pero también acercándose a los polideportivos, que ofrecen diferentes actividades donde, antes que un entrenamiento en un deporte específico, se favorece el desarrollo de diversas habilidades y capacidades motoras”.

Integrando la exclusión

La obesidad suele ser un tema de discriminación que dificulta la integración, por eso como Sociedad Científica, la FAC convocó para participar de esta campaña al Lic. Mauro Dangelo Martínez, especialista en Psicomotricidad (M.P. N°140575 – Prov. de Buenos Aires), quien cuenta sobre su trabajo en la integración a la actividad deportiva de niños con trastornos del espectro autista (TEA), trabajo que, como indica, es “terapéutico pero también preventivo de las altas tasas de obesidad infantil y en adultos, a las que las personas con TEA no están ajenas, sobre todo porque muchas de ellas están institucionalizadas o están en lugares con pocas posibilidades de contar con esparcimiento al aire libre o practicar algún deporte”.

Con ellos se realizan actividades para ayudarlos a desarrollar habilidades psicomotrices y destrezas físicas, como forma de inserción al juego o al deporte, la mayoría de las veces en el agua. “Los chicos hacen sesiones de psicomotricidad hasta tres veces por semana durante 45 minutos, y cuando vemos que están listos para participar en actividades lúdico-recreativas o pre-deportivas pasan a una carga horaria mayor, donde básicamente se le crea a la familia la obligación de asistir tres veces por semana para que participe”. Muchas veces la mayor dificultad está en la posibilidad de adecuar los horarios con el resto de las responsabilidades de los familiares, pero en la mayoría de los casos se logra una solución.

Como sucede con cualquier niño, cada cual necesita diferentes cosas para adaptarse: “Para que un chico con autismo se meta a la pileta el agua tiene que estar completamente calma, sin luces ni sonidos que puedan dispersar su atención, y tienen que estar dadas las condiciones para que desarrolle su actividad, porque si no, no tiene ningún sentido hacerlo y el concepto de integración”, explica el Lic. Dangelo Martínez.

La obesidad no discrimina y las “barreras” para que los chicos con TEA puedan jugar o hacer deportes no tienen tanto que ver con que falten rampas o baños adaptados, aunque sí es importante: “Más que nada, cuando entran a un club, por ejemplo, tiene que ver con la desinformación, la falta de profesores de educación física, o de danzas, o de profesionales de otras disciplinas que estén realmente capacitados para entender sus necesidades, y por eso creo que al tratar de concientizar sobre la necesidad de la actividad física para las personas con autismo, no sólo para la prevención de enfermedades sino también para lo que la socialización le puede aportar a su calidad de vida, vamos a tener a las familias mucho más incluidas, y una sociedad mucho más amena”, señaló. 

Lo que debemos saber (y hacer)

El 44% de los casos de diabetes, el 23% de las cardiopatías isquémicas y buena parte de del resto de las enfermedades no transmisibles, incluyendo algunos casos de cáncer, son atribuidos directamente a los trastornos metabólicos causados por la obesidad y el sobrepeso, que en la Argentina afectan a más del 60% de la población adulta y crece en los niños y adolescentes, donde es del 9,9%. En sólo 5 años –entre 2007 y 2012–, el sobrepeso infantil creció 16% y la obesidad 34% según la Encuesta Mundial de Salud Escolar realizada en esos años por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

“Desde la Federación Argentina de Cardiología proponemos una campaña de lucha contra la obesidad con el propósito de cuidar nuestro corazón, para lo cual es de fundamental importancia cuidar el corazón del niño, educándolo a él y a su familia, instándolos a realizar una dieta saludable, abundante en fibras, vegetales, frutas, cereales y lácteos descremados, evitando productos procesados, altos en sodio y grasas saturadas, dejando de lado los azúcares simples refinados como las harinas –sintetizó el Dr. Pablo Spada–. Y por otro lado promoviendo los beneficios de la actividad física, la mayor cantidad de veces por semana, disminuyendo lo que llamamos tiempo de pantalla, las horas que el niño pasa frente al televisor, los videojuegos, tabletas y celulares”.

Con respecto a la actividad física, “es importante mantener una conducta de movimiento durante todo el día donde los adultos sean quienes den el ejemplo, menos de dos horas diarias de pantalla y entre 8 y 11 horas de sueño para descansar adecuadamente”, destaca por su parte el Dr. Alejandro Amarilla.

“Por supuesto es importante que los padres pongan límites, pero que la sanción para ponerlos no sea prohibirle a chico las actividades de juego físico”, destacó la Dra. Paula Quiroga.

Como en las ediciones anteriores de esta Campaña Nacional Anual, los especialistas de la FAC manifestaron la necesidad de políticas públicas para promover este necesario cambio de hábitos y de colaborar en ellas, y remarcaron la responsabilidad de los adultos de brindarles a los chicos la contención y el afecto imprescindibles para su sano desarrollo, de escucharlos en sus necesidades y de actuar de “filtro” respecto del estrés y las presiones propias del mundo adulto. La campaña de la Federación incluirá una serie de mensajes para el cuidado de la salud a través de los hashtags #mueveteniño y #comericoysano y de la página www.corazonessaludables.com.ar

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