OPINIÓN
Contra la "Necochea del No" surge la "Necochea del Mi"
Por Juan Aleman
Una vez más el aparato de propaganda y los obsecuentes siempre oficialistas salieron a todo volumen a propalar el concepto de la "Necochea del No", definición que busca encasillar a aquellos que promuevan cualquier clase de crítica acerca de las defectuosas (y muchas veces irresponsables) gestiones sobre los bienes públicos, mayormente beneficiando a privados vinculados al poder político de turno.
Contrapuesta a esa premisa existe otra, que no se ha manifestado hasta el momento, y es la "Necochea del Mi", del "todo para mí", de verdaderas MInorías ejerciendo de manera cuestionable el poder político.
Para entrar en contexto puede relatarse que la gestión del intendente Arturo Rojas entregó unos terrenos del Vivero Municipal del Parque Miguel Lillo al Club Villa Díaz Vélez, club de los amores del actual presidente del Concejo Deliberante, Guillermo Sánchez, principal operador político para llevar adelante la instalación de unas canchas de tenis en el lugar.
El intento fracasó ostensiblemente cuando los vecinos detectaron la serie de irregularidades alrededor del proyecto y la Justicia dio lugar a una solicitud de amparo que detuvo todo en medio de una marea de desinformación financiada desde la Comuna misma para condicionar la opinión pública sobre lo que realmente estaba pasando. Con el amparo vigente, la propuesta tuvo que ser abandonada por sus promotores, cosa que fue anunciada en las últimas horas.
Frente a esa situación, el concejal Sanchez se despachó este jueves contra lo que considera la "Necochea del No", incluso llegando a acusar a los vecinos de ser los responsables de falencias en temas como seguridad o educación por el sólo hecho de haber impedido la materialización del proyecto. De más está decir que el fracaso de la iniciativa tuvo más que ver con la impericia para llevar adelante el proyecto que con otra cosa y más allá de las "chicanas" llenas de impotencia, el episodio dejó en evidencia que el intento tenía mucho más de prepotencia que de ideas.
En definitiva, pareció que el negocio iba a funcionar si (y solo si) los terrenos resultaban ser gratuitos como era el caso, usando lo público presuntamente para beneficiar a privados con un procedimiento que no sólo estaba fuera de norma como puso de manifiesto el amparo, sino que además forzaba incluso el espíritu de algunas normas que disponen el ordenamiento urbano, los usos del Parque Miguel Lillo y los procedimientos que rigen sobre las concesiones. Sin la gratuidad del espacio facilitado por los contactos políticos, el proyecto no prosperó y fue abandonado.
No sólo eso, desde el oficialismo se lanzaron provocaciones varias sobre la identidad de los ambientalistas y vecinos, a los que se los acusó de no estar realmente interesados en el Parque y de tener una intencionalidad política de desestabilizar al gobierno municipal. Una intencionalidad que en verdad no tendría razón alguna, que se intenta mostrar como un capricho sin argumentos aunque evidentemente es producto de la afiebrada imaginación oficialista.
De manera cínica, la acusación intentó además ocultar el sol con la mano, dado que fue el oficialismo el que quiso entregar terrenos de un predio que está destinado a preparar plantas para mejorar el arbolado del parque. Lejos de hacer cumplir el objetivo del Vivero y de destinarle recursos, la Municipalidad quiso reducir su espacio y se dió el lujo de acusar a los ambientalistas de negarse a cuidarlo. Con ese procedimiento se puso a hablar otra vez de la "Necochea del No".
¿Existe la "Necochea del No"?
Según la premisa de la "Necochea del No", existe un puñado reducido de vecinos que es el culpable de todos los males que afectan al progreso de la ciudad. No se especifica ni su tamaño, ni la identidad de sus miembros, aunque oportunamente se señala como parte de ese grupo a cualquiera que circunstancialmente se anime a elevar una voz crítica.
Y esos señalamientos recrudecen cuantos más argumentos tienen las críticas, usando lo que en la lógica se denomina falacia de argumento "Ad Hominem" (dar por sentada la falsedad de una afirmación tomando como argumento quién es el emisor de esta: "si se oponen no es porque tengan algo de razón sino es porque son de la Necochea del No").
Todas y cada una de las veces que se encontró oposición a proyectos recientes (llamese venta del Casino, canchas de tenis o de hockey en el parque, entre otras) la gestión Rojas acusó a la "Necochea del No" de impedir el progreso comunitario, sin embargo, la calificación que usa evita mencionar otras tantas iniciativas que se desarrollan en la ciudad sin oposición de nadie, todas ellas con una cualidad similar: son emprendimientos realizados por privados en terrenos privados.
Esos emprendimientos que sí representan fuertes inversiones y son verdaderas generadoras de empleo en la ciudad no han encontrado oposición alguna de la denostada "Necochea del No", lo que resta todo valor a la idea de que la "Necochea del No" está surtiendo un real efecto en el estado de las cosas.
Actualmente hay tres construcciones de edificios con vista al mar en la costanera de Quequén que no han sido objetados por la imaginada "Necochea del No". Tres constructoras diferentes consiguieron los terrenos y dan vida a un importante desarrollo urbanístico en la zona turística de la ciudad hermana.
Tampoco se han hecho observancias por los proyectos industriales que avanzan en la Avenida Circunvalación o por las compras de terrenos en lugares estratégicos del hinterland, inversiones que eventualmente generarían cientos de puestos de trabajo de calidad y traerá inversiones multimillonaria al distrito en el futuro. Concesionarias de coches y maquinaria en Avenida Jesuita Cardiel y plantas de ensamblaje de módulos habitacionales son también parte de un extenso listado de inversiones que no han sido cuestionadas en absoluto.
Del mismo modo no se han obstaculizado la apertura de diferentes plantas vinculadas a la actividad agrícola en Circunvalación del lado de Necochea en los últimos años, ni se ha puesto objeción alguna al desarrollo de pequeños locales comerciales gastronómicos como la churrería El Topo, que a mediados de año abrió una nueva sucursal en Quequén, o de los diferentes cafés que abrieron sobre Avenida 10, sobre todo en el tramo asfaltado durante la gestión López.
Los ejemplos de nuevos desarrollos privados (grandes o pequeños) que dependen enteramente de inversiones privadas y en terrenos adquiridos en el mercado inmobiliario y que representan verdaderas inversiones en Necochea y Quequén son notables y no han encontrado resistencia alguna de la ficticia "Necochea del No".
El problema, está claro, se hace presente cuando se habla de espacios públicos y parece que las autoridades siempre se las arreglan para vincular el deseado progreso solo a sus gestiones de los bienes públicos, aunque sus ideas estén faltas de planeamiento real o políticas coherentes que vayan más allá de las necesidades políticas del momento.
Una nueva grieta propia
Entonces cabe preguntarse a quién está afectando esa "Necochea del No" que tanto gusta denostar los siempre oficialistas. ¿Afecta realmente al progreso del distrito o afecta los intereses de quienes solo saben negociar con lo público? ¿Acaso en la actualidad se afecta realmente un interés serio, de inversiones reales y potentes para el distrito o las denostaciones son un procedimiento maniqueo al servicio de los intereses políticos del intendente de turno? ¿Hay algún funcionario o concejal de Nueva Necochea que se haya caracterizado realmente por el éxito en su actividad privada sin ser beneficiario de alguna clase de negocio con el Estado?
Aparentemente la "Necochea del No" solo existe cuando se tocan los negociados que intentan hacer las diferentes autoridades municipales con los bienes del Estado, como en varios casos en el Parque Miguel Lillo, la entrega de concesiones o cualquier desarrollo facilitado por la Comuna en los espacios de dominio público. Es ahí donde las críticas por las gestiones defectuosas o irregulares comienzan y no sobre los intereses de progreso de toda la comunidad ni mucho menos sobre las inversiones privadas que llegan y cumplen con las leyes como debe ser.
Vistosamente, la gestión de Arturo Rojas es liderada por abogados que parecen más interesados en plantear polaridades y una nueva grieta acusando a quienes los cuestionan, que un movimiento que busca un progreso real construído en base a concensos y con práticas transparentes y abiertas a la comunidad.
En el camino, olvidan que la idea de polarizar a la población es muy antigua, está gastada y solo cala en los desprevenidos, algo que en definitiva justifica el impresionante aparato de desinformación y propaganda que financia con dineros del Estado. En el camino, además, insultan la inteligencia de miles y miles de vecinos formados que ven diariamente cómo se llevan por delante las instituciones e intentan tapar todo con propaganda, carteles y pintura en las calles. Parte de ese maniqueísmo es la acusación a los medios de comunicación críticos, a los que se los acusa de inspirar sus criticas en la búsqueda de una pauta publicitaria, como si la ética, la línea editorial consciente o las ideologías ni siquiera formaran parte de las posibilidades reales en la práctica de la comunicación y todo se redujera a la intención de conseguir dinero.
Es por eso que lo que surge de esta falsa dicotomía planteada al respecto de la "Necochea del No" es el concepto de la "Necochea del Mi", de la Necochea de que "si soy intendente, la ciudad es mía y hago lo que quiero". De la Necochea pensada y dirigida siempre circunstancialmente por una MInoría que cree que está por encima de cualquier ley y que puede legitimar cualquier tropelía usando los organismos de control como una escribanía que legitima todo acto y que toma a la Justicia como una molestia. La Necochea del Mi, que promueve "mi negocio", "mi interés", "mi discurso" y "mi ley".
En ese marco, la Necochea del No, la real y verdadera (no la que señalan los pautados de toda la vida acusando a vecinos y activistas ambientales), es la de la "no comunicación", "no difusión", "no explicaciones", "no consenso", "no control" y "no ley", lo que termina provocando, por ejemplo la "no recaudación" y el "no respeto a las instituciones". La auténtica y nueva "Necochea del No", que mira con apatía su propia decadencia, ahora iluminada con nuevas lámparas LED y nuevas sendas peatonales que no evitan que igual sea atropellada.
No por nada la propaganda está conformada por medios casi sin audiencia, que le hablan sólo a la burbuja de la política, dedicada a la prensa y sin investigar nunca nada de lo que sucede. No por nada el progreso queda siempre postergado, no por culpa de los vecinos que reclaman transparencia y que piden que se acaben los negociados con lo público, sino por autoridades cuya negación de toda realidad (esa Necochea del No) los hace vivir en un escenario paralelo en el que solamente están ellos, lejos de la comunidad y siempre enfocados en sus intereses particulares, sea esta una concesión preferencial, la negociación de una deuda ilegítima, las contrataciones sobrevaluadas con amigos o una reelección por cuatro años permita seguir adelante con los negocios.