Álvaro sobre el atentado a Cristina: "Hay que alejarse del lenguaje bélico"

viernes, 16 de septiembre de 2022 · 10:27

Cuando ya pasaron 15 días del intento de asesinato de la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner y las turbulentas aguas del debate que el hecho provocó se han calmado un poco, el presidente del Consorcio de Gestión de Puerto Quequén se refirió al episodio en conversación con Darío Villarruel para Radio Nacional.

"Todos tenemos que tomar conciencia de a dónde se pudo haber ido la sociedad en un instante porque las cosas están así. Se debe haber movilizado al día siguiente del atentado un millón, millón y pico de personas, porque hasta en los lugares más chicos se movilizó gente", señaló Álvaro haciendo referencia a la manifestación de apoyo para la vicepresidente al día siguiente del atentado.

"Mucha gente que no es particularmente adepta a Cristina, o al peronismo o kirchnerismo quizá entendió esto de que manifestando estaba ayudando un poco parando la mano", agregó. 

"Ahí es donde uno se tiene que poner reflexivo y decir 'bueno, tomemos conciencia'. Yo creo que primero hay que celebrar que no sucedió lo del disparo y segundo, tomemos conciencia de lo que pudo haber pasado porque eso nos da una idea de dónde estamos parados como sociedad. Eso tiene que ayudar a reflexionar", sostuvo el presidente del consorcio portuario.

"Algún día sabremos si hubo manos ocultas. Habrá gente que efectivamente no tendrá nada que ver, pero que no sigan usando la frase "ellos o nosotros". Alejémonos del lenguaje bélico, porque el lenguaje bélico... alguna vez un amigo mío me dijo 'mirá, las armas se han hecho para usarlas' y es verdad, pero después vos usando el lenguaje tenés un arma y es una continuidad lógica". 

"La militarización de la política yo digo que es una constante, en Argentina y en Latinoamérica, pero los hechos que sucedieron particularmente en nuestro país nos hicieron pensar que este camino no nos lleva a ningún lado. Entonces no volvamos", remarcó.

Bajar el tono y los discursos de odio

Tras el intento de asesinato a la vicepresidente Cristina Kirchner cuando entraba a su casa en el barrio porteño de Recoleta el pasado 1 de septiembre, en lugar de multiplicar la escalada de intercambio de mensajes agresivos, la política del gobierno nacional en todos sus ámbitos decidió apuntar a bajarle el tono a toda discusión, intentando promover mensajes que terminen con los discursos de odio, ampliamente difundidos desde medios de comunicación e incluso referentes políticos aumentando la ya notable sensación de malestar que hay en la población mayormente provocada por una situación económica complicada.

La posición al respecto del episodio configura un parámetro que sirve casi sin falta para establecer de qué lado de la grieta se encuentra una persona: quienes denostan al gobierno prefieren adherir a un negacionismo que cada vez cuenta con menos evidencias y quienes apoyan al gobierno magnifican el relato sobre el atentado cada vez con menos cobertura mediática.

En el medio, la mayoría de la población ve la difusión de toda suerte de mensajes de odio en el marco de discursos más amplios vinculados directamente a una competencia opositora entre Juntos por el Cambio y las alas libertarianas de referentes como Javier Milei o José Espert, que con sus definiciones cortantes y exultantes han ido corriendo el espectro político hacia la derecha, obligando al macrismo y sus aliados a radicalizar algunas posturas para adaptar sus premisas a un discurso cada vez más reaccionario.

Producto de esa interna, la escalada de mensajes de odio contra el gobierno terminó decantando en el intento de asesinato en manos de un grupo de marginales sobre los que la Justicia ahora investiga vinculaciones con referentes opositores.

Aunque el gobierno ahora promueve el rechazo a estos discursos, lo cierto es que esta práctica no ha sido ajena al kirchnerismo, que también supo mostrar ataques sobre la figura del ex presidente Mauricio Macri cuando estuvo al frente de la Casa Rosada, con su propia difusión mediática y sus manifestaciones violentas, como en el caso de los carteles que mostraban la cara de Macri con un tiro en la frente o las provocaciones sostenidas e insultos de figuras mediáticas como Mariano Cúneo.

En ese contexto la supresión de mensajes de odio, negacionismo e insultos y acusaciones gratuitas en las redes sociales configura ahora parte de la responsabilidad individual de cada ciudadano que debiera ser promovida no sólo desde medios de comunicación en uno u otro costado del abanico ideológico, sino por parte de las autoridades (como en el caso de las declaraciones de Álvaro) y la militancia, para evitar una escalada que, lejos de resolver cualquier problema, podría agravarlos de manera instantánea.

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