Accidente en Pier Doce: La "pesada herencia" que dejó Arturo Rojas en Puerto Quequén
El derrumbe de una cinta transportadora en los muelles de Pier Doce en Puerto Quequén representó esta mañana para todos los necochenses y quequenenses un recordatorio de cómo las campañas electorales pueden encerrar promesas que eventualmente configuren no sólo un "espejismo" creado para ganar el favor popular en tiempos de elecciones, sino que también llevan consigo un riesgo que puede resultar carísimo para la vida en comunidad.
Es que a menos de un año de haber sido inaugurada, la terminal de acopio de fertilizantes líquidos y sólidos de sitios 11 y 12, Pier Doce, sufrió esta mañana un importante accidente en el que se derrumbó sobre el río Quequén casi todo el sistema de descarga. Afortunadamente no hubo que lamentar víctimas fatales ni heridos, aunque los daños de la estructura fueron inmensos y una buena cantidad de fertilizantes habría sido derramado en las aguas del río.
Desde que se inauguró, apenas un puñado de buques de carga realizó operaciones en la terminal, cuya construcción había sido fuertemente resistida por los vecinos, que llegaron incluso a tramitar judicialmente la suspensión de la obra por un conjunto de irregularidades en la concesión.
Entre otras cosas, las irregularidades indicaban la posibilidad de que se produjeran accidentes de magnitud nunca vista en la ciudad si en algún caso el nitrato de amonio de la planta de fertilizantes llegara a mezclase por accidente con el fuel oil de los tanques de la central termoeléctrica ubicados a pocos metros de la nueva instalación. En agosto del año pasado una explosión por nitrato de amonio mal almacenado destruyó la mitad de Beirut, la capital de El Líbano.
A pesar del riesgo, fue la gestión de Arturo Rojas al frente de la terminal portuaria la que operó con fuerza para continuar con la obras, a pesar de que habían al menos 5 de los 12 requisitos del Organismo Provincial de Desarrollo Sostenible (OPDS) que el concesionario no habría estado cumpliendo. Con protestas y trámites judiciales, los vecinos de El Parque No Se Vende y otras organizaciones ambientalistas lograron paralizar por un tiempo los trabajos, aunque la cuestión terminó destrabándose por las presiones sobre el OPDS por parte de consorcio portuario que en ese momento dirigía Rojas.
Para deshabilitar los cuestionamientos, que incluso constaban en las advertencias de la propia consultora que realizó el análisis de la obra, la gestión del actual intendente de Necochea al frente del puerto utilizó todas los recursos de los que dispuso: organizó conferencias de prensa y tours de concejales por el Puerto (de hecho, Rojas mismo era concejal en ese momento y se lo cuestionaba por "estar de los dos lados del mostrador") mientras operaba a nivel provincial para proyectar imagen de normalidad frente al OPDS, que terminó cediendo a las presiones y habilitando la continuidad de los trabajos.
Posteriormente Rojas usó los trabajos sobre Pier Doce como parte de su campaña electoral y en al menos dos ocasiones llevó a la prensa a recorrer las obras para darle volumen mediático a la inversión, anunciando, por ejemplo, que la terminal en sitios 11 y 12 construiría luego de varias décadas nuevos muelles en el puerto. Precisamente en esos flamantes muelles es que se produjo el accidente, que además habría provocado un derrame de fertilizantes a las aguas del río.
Ahora se espera el resultado de las pericias que realizará la Prefectura Naval Argentina para conocer las circunstancias en las que se produjo el accidente. El episodio hizo claramente visible que el riesgo del que advirtieron los vecinos hacia abril del 2018 y que Rojas mismo se abocó a desestimar, conformando una realidad concreta que va en paralelo (y en sentido opuesto) del relato proselitista del actual intendente, junto a la promesa que ya va a cumplir dos años sin concretarse de la "materialización" de las obras de reconstrucción del puente Ezcurra o los anuncios de un plan de dragado de 7 años del puerto por las que el actual intendente fue puesto bajo sospecha.
