Según la CAME, los precios de los agroalimentos se multiplicaron 3,5 veces del campo a la góndola
Los precios de los alimentos de origen agropecuario experimentaron un notable incremento en el trayecto desde los campos hasta los estantes de los supermercados durante el mes de abril, según revela el Índice de Precios en Origen y Destino (IPOD) elaborado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). Este índice, que mide la diferencia entre el precio de origen y destino de productos agroalimentarios, mostró que, en promedio, por cada peso que recibieron los productores, los consumidores pagaron $3,5, reflejando así una brecha considerable en la cadena de comercialización.
Según el informe, los productores de frutillas fueron quienes obtuvieron la mayor participación en el precio final, alcanzando el 81%, mientras que los productores de limones registraron la menor participación, con apenas el 8,1%. Estos datos ponen de manifiesto las diferencias significativas en la distribución del valor agregado a lo largo de la cadena agroalimentaria.
En el caso de las frutas y hortalizas, la brecha entre el precio de origen y destino se amplió en abril, alcanzando las 4,3 veces, aunque se registró una disminución del 6,5% respecto al mes anterior. Por otro lado, en los productos ganaderos, la brecha fue de 3,2 veces, un 3,3% más que en marzo.
Entre los productos que más aumentaron su diferencia de precio entre origen y destino se encuentran el limón, la mandarina, la naranja, la pera y la carne de cerdo. Por ejemplo, el precio del limón se multiplicó por 12,3 veces, mientras que la mandarina lo hizo por 6,9 veces. En el caso de la carne de cerdo, la diferencia fue de 5,6 veces.
Por otro lado, productos como la frutilla, la calabaza, la cebolla, el tomate redondo y el pimiento presentaron una menor diferencia de precios entre origen y destino. La frutilla, por ejemplo, tuvo una brecha de apenas 1,2 veces, siendo el producto con menor diferencia en la cadena de comercialización durante el mes de abril.
Estos datos reflejan la complejidad de la cadena agroalimentaria en Argentina, donde los productores enfrentan dificultades para recibir un precio justo por sus productos, mientras que los consumidores deben hacer frente a precios elevados en las góndolas de los supermercados.