A 40 años de las elecciones de 1983, el renacer de la democracia

domingo, 29 de octubre de 2023 · 10:06

El 30 de octubre de 1983 marcó un hito fundamental en la historia argentina, un momento en el que el clamor popular por el retorno a la democracia se materializó con millones de argentinos acudiendo a las urnas en unas elecciones que llevaron al candidato radical, Raúl Alfonsín, a la presidencia y pusieron fin a siete años de la dictadura más sangrienta que el país haya conocido.

Una década separaba a estas elecciones de las anteriores, en las que los argentinos habían elegido a Juan Domingo Perón como presidente en 1973. Sin embargo, la muerte de Perón, el breve interinato de María Estela Martínez de Perón y el golpe de Estado que dio inicio al autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional" se sucedieron de manera abrupta y caótica, sumiendo al país en una crisis económica devastadora.

La derrota en la Guerra de Malvinas contra el Reino Unido sumió al régimen militar en un abismo del que no pudo recuperarse. El gobierno militar, que había prolongado ilegalmente su mandato en el poder ejecutivo, se vio obligado a convocar elecciones libres y democráticas para el 30 de octubre de 1983.

A pesar de que varios candidatos presidenciales se presentaron para competir, incluyendo a Emilio Eduardo Massera, un represor involucrado en el régimen militar, la lucha por la presidencia se polarizó entre el radical Raúl Alfonsín y el peronista Ítalo Luder.

Raúl Alfonsín, originario de Chascomús, ya había competido por la candidatura de la Unión Cívica Radical (UCR) en 1973, pero había perdido en las elecciones internas contra Ricardo Balbín. Por su parte, Ítalo Luder, un abogado de Rafaela, emergió como la figura principal del peronismo, superando a Antonio Cafiero. Así, Luder asumió la responsabilidad de representar al Partido Justicialista (PJ) por primera vez desde la muerte de Perón.

En la campaña electoral, Alfonsín rodeó a su candidatura con un destacado grupo de profesionales que aportaron sus conocimientos en publicidad para promover su postulación. Por otro lado, Luder confió en el poder de movilización del peronismo, una fuerza política con una larga historia en Argentina.

Durante ese tiempo, el país estaba bajo el control del dictador Reynaldo Benito Bignone, quien asumió la dictadura después de la caída de Leopoldo Fortunato Galtieri tras la derrota en las Malvinas.

El 12 de julio de 1983, Bignone firmó el decreto-ley 22.847 para convocar a elecciones generales que se llevarían a cabo el domingo 30 de octubre.

En los días previos a las tan esperadas elecciones, Alfonsín y Luder lideraron multitudinarios cierres de campaña en la Avenida 9 de Julio, en Buenos Aires. Ambos eventos quedarían grabados en la historia, pero por razones diferentes. El acto de Alfonsín se destacó por su emotivo "rezo laico," en el que recitó el Preámbulo de la Constitución Nacional. En contraste, el acto peronista incluyó un error político insólito por parte del candidato a gobernador bonaerense, Herminio Iglesias, quien quemó un cajón con las siglas UCR y la leyenda "Alfonsín QEPD."

El día de las elecciones, más del 85% de los 18 millones de ciudadanos habilitados para votar se acercaron a ejercer su derecho, que había sido restringido durante los años de la dictadura.

Estas elecciones se llevaron a cabo bajo la Constitución de 1957, impuesta durante la Revolución Libertadora, que establecía un sistema de sufragio indirecto y un mandato presidencial de seis años sin posibilidad de reelección inmediata. El colegio de electores podría ser eludido si uno de los candidatos obtenía 301 de los 600 votos electorales.

La jornada estuvo llena de expectativas y esperanzas, especialmente para aquellos jóvenes que habían crecido bajo regímenes militares. Ahora, como adultos, tenían la oportunidad de votar por primera vez y participar en el destino de su país.

Con una gran participación de votantes, Alfonsín obtuvo 345 electores y se convirtió automáticamente en Presidente electo, marcando la primera derrota del peronismo en mucho tiempo.

El día después de las elecciones históricas, Alfonsín se reunió con Luder para comprometerse a consolidar la unidad nacional y fortalecer las instituciones democráticas en el país. Además, desde el entorno de Alfonsín se iniciaron los contactos con la cúpula militar para planificar una transición pacífica.

El retorno formal de la democracia se materializó el 10 de diciembre de 1983, un día lleno de celebraciones que inundaron las calles y marcaron el comienzo de la etapa más prolongada sin golpes militares en la historia argentina. La transición a la democracia era un hecho y el país miraba hacia el futuro con la esperanza de que se construiría un sistema político sólido y participativo.

Los años posteriores a las elecciones de 1983 fueron una época de desafíos y transformaciones para Argentina. Raúl Alfonsín asumió la presidencia con la tarea de reconciliar a un país profundamente dividido después de años de dictadura y represión. Uno de sus actos más destacados fue el Juicio a las Juntas Militares, en el que se enjuició a los líderes militares responsables de crímenes de lesa humanidad durante la dictadura. Esta medida marcó un hito en la lucha por la justicia y la memoria en Argentina.

El gobierno de Alfonsín también se centró en la promoción de los derechos humanos, la libertad de expresión y la consolidación de las instituciones democráticas. La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) llevó a cabo una exhaustiva investigación sobre los desaparecidos y los crímenes de la dictadura, lo que resultó en un informe que conmocionó a la sociedad argentina y al mundo.

Sin embargo, el gobierno de Alfonsín enfrentó desafíos económicos significativos. La hiperinflación y la crisis económica llevaron a medidas impopulares, como el Plan Austral, que buscaba estabilizar la economía. A pesar de los esfuerzos, la situación económica continuó siendo un problema importante durante su mandato.

La presidencia de Alfonsín también estuvo marcada por tensiones políticas y sociales. Los levantamientos militares, como el Carapintada, y los conflictos laborales demostraron la fragilidad de la transición democrática. A pesar de estos desafíos, el gobierno de Alfonsín estableció las bases de una democracia en Argentina y sentó un precedente importante en la región.

Después del mandato de Alfonsín, Argentina experimentó cambios políticos significativos. Carlos Menem asumió la presidencia en 1989 y llevó a cabo políticas de liberalización económica que marcaron una nueva dirección para el país. Durante su presidencia, se implementaron privatizaciones masivas y reformas económicas que tuvieron un impacto duradero en la economía argentina.

La presidencia de Menem también estuvo marcada por una serie de escándalos de corrupción y un crecimiento significativo de la deuda externa. A pesar de estos problemas, Menem fue reelegido en 1995 y gobernó durante dos mandatos consecutivos, consolidando su liderazgo en el país.

La crisis económica de finales de los años 90 llevó a la caída del gobierno de Fernando de la Rúa en 2001 y a una de las peores crisis económicas en la historia argentina. La presidencia de Eduardo Duhalde en 2002 marcó un período de profunda inestabilidad económica y social, con devaluaciones y un alto desempleo.

A pesar de estos desafíos, Argentina ha continuado su camino democrático y ha visto una serie de presidentes desde el regreso de la democracia en 1983. La elección de Néstor Kirchner en 2003 marcó un nuevo capítulo en la política argentina, con un enfoque en políticas de inclusión social y una reevaluación de las políticas económicas de la década de 1990.

El regreso de la democracia en 1983 fue un momento crucial en la historia argentina. Marcó el fin de una era de represión y violencia, y el inicio de un período de transición hacia un sistema político más inclusivo y participativo. A pesar de los desafíos y altibajos en el camino, Argentina mantuvo su compromiso con la democracia y los derechos humanos, sentando un ejemplo para la región y el mundo.

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